«Estoy deshabitada y en ruinas, pero no soy la típica casa encantada que escupe las historias de los muertos. Ocupo el último piso de este insólito inmueble. Tengo una visión excepcional de la existencia que me rodea. Comparto rellano con una pensión. Bajo mi suelo residen una toxicómana; un adolescente descarriado; un sanatorio de muñecas antiguas; una mujer de pelo azul que destila perfumes; una anciana viuda que busca a su gato; un cocinero que sueña con ser director de cine; un almacén de pinturas y dos cavernas simétricas separadas por un muro. 

Este edificio en el que habito es un lugar extraño en el que todos los acontecimientos y personajes van fundiéndose unos sobre otros hasta conformar una única imagen. Un punto de luz capaz de contener todas las emociones que caben en esta ciudad».