Tirso de Molina AUDIO-RELATO

Llegué sin aliento al último tren en la estación de Tirso de Molina. En el andén aguardaban una mujer con gafas oscuras y un hombre calvo que la sujetaba con el brazo mientras simulaba leer el periódico.

El tipo se mostró visiblemente incómodo con mi presencia. Cerró el periódico y se dedicó a vigilar todos mis movimientos con descaro. La mujer continuó rígida e inmóvil, protegida bajo el anonimato de sus gafas de sol.

—No te muevas, no hables, no la mires a la cara y bájate conmigo en la siguiente parada —me advirtió aquel extraño individuo.

Estaba aterrorizada y fui consciente entonces de que la mujer estaba muerta. Nos había arrastrado a su inframundo para no sentirse sola como todos los días. Confiaba en que alguien vendría a rescatarnos y respiré tranquila al llevar ropa interior limpia en esta situación de emergencia.

El último tren pasó de largo sin efectuar su parada en la estación.

Dejo escapar un profundo suspiro. 

«Estoy convencida de que existe un mundo en el que el metro pararía en este andén».

Desde entonces no son pocas las historias que aseguran haber visto fantasmas deambulando por la estación o en los propios vagones de Tirso de Molina.