Atocha Renfe AUDIO-RELATO

Soy la ventana de un vagón de metro. Una sencilla plancha de vidrio flotado que fue engendrada cuando una cantidad de vidrio fundido se deslizó con violencia por un canal hasta caer en una piscina de estaño. El vidrio fluyó tranquilo, y la temperatura fue descendiendo hasta que se transformó en esta ventana decadente.

Podría haber llegado a convertirme en un espejo instalado en el flamante recibidor de un palacio, pero aquí estoy, en Atocha Renfe, una de las estaciones con más tránsito de la ciudad.

Millones de viajeros se han retocado el peinado gracias a mi capacidad reflectante; ensayan una mueca; musitan deseos o maldiciones; espían de soslayo a otros pasajeros; garabatean nombres con rotulador para tatuar mi cuerpo; se limpian el rímel corrido o las legañas…

Con el traqueteo del vagón, he desarrollado la capacidad de atrapar todas esas imágenes dentro de mí. Soy una prisión de efectos ópticos. En la superficie de esta plancha de vidrio contengo muchas vidas en muchos cuerpos. Me encantaría sacarlas al exterior y colgarlas en los andenes del metro, a la vista de todos los transeúntes

No soy un espejo, soy un caleidoscopio de fotogramas.